"Tienes que pasar página, seguir adelante" Cuantas veces nos hemos repetido esta frase a nosotros mismos, o nos la han repetido nuestros amigos, familiares o personas que se interesan por nuestro estado del bienestar, o simplemente estas palabras han retumbado en nuestra conciencia. Y a pesar de todo, hemos seguido sin pasar ni tan siquiera de párrafo. Y es que el ser humano tiene una aversión al riesgo que le hace muy difícil desprenderse, quitarse, irse, huir de una situación en la cual, supuesta mente, tiene toda la seguridad que desea.
En ocasiones no vemos muertos alrededor nuestro sino que lo hacemos cuando nos miramos en el espejo, ese espejo que nos muestra la desesperación en el rostro, en la mirada vacía. En la novela de nuestra vida hay páginas que se nos atragantan, se nos hace difícil su lectura y nos cuesta horrores llegar al final de la misma, nos parece una situación tan amiga, tan fiable, tan segura que nos produce miedo el no saber que vendrá después, en páginas ulteriores.
Hay momentos de nuestra existencia en los que debemos romper con el pasado, ya sea con un trabajo, una novia, una amiga, un amigo, una ciudad...cualquier elemento que nos impida el progreso. Pero no es fácil romper con todo el paso del tiempo, un tiempo en el que hemos sido felices, seguimos teniendo la esperanza de que todo se arreglará, o incluso, llegamos a pensar que esta forma de vida es sana para nuestro organismo, que ya estamos acostumbrados a vivir así.
Por este motivo, rodeados de esas circunstancias tan nefastas, necesitamos la ayuda de alguien, de un amigo que nos quite las castañas del fuego, de ese pepito grillo que nos indique el camino a seguir y nos guíe en la vereda para saber dar los pasos que nos lleven al final del camino, es mas, en ocasiones inclusive necesitamos la aparición de un clavo que nos saque de la rutina del primer clavo. Necesitamos a alguien nuevo que nos haga olvidar el pasado, a alguien conocido que nos reste ese pretérito imperfecto convertido en presente continuo, solo de esta forma lograremos un salto de página.
Una página tan pesada, tan segura de si misma y con tantos recuerdos que pesa sobre nuestros hombros como una losa. Es tal su peso que en solitario no seríamos capaces, mejor dicho, no tendríamos fuerzas para mojarnos el dedo y pasarla, por este motivo necesitamos de la ayuda del resto, para así entre todos, conseguir pasar al siguiente nivel, a la siguiente página, aquella que se encuentra en blanco, sin nada que contar pero con mucho por escribir. Porque nuestra vida no se reduce tan solo a una página en concreto, sino que necesitamos una novela como mínimo.
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miércoles, 1 de octubre de 2008
martes, 22 de julio de 2008
Mentiras
"Todo el mundo miente" Y es la pura verdad, ya sea una mentira piadosa para no dañar los sentimientos de otra persona, ya sea para procurarnos una mejor imagen, o simplemente para participar en una conversación con una historia interesante, quien más y quien menos ha mentido alguna vez en su vida, el que este libre de pecado que tire la primera piedra. Y es que con la mentira se obtienen multitud de ventajas y beneficios, tanto a corto como a largo plazo, que de otra forma ni remotamente podríamos tener en nuestras manos.
La mentira gana, todo lo bueno se acaba. Mentimos tanto a extraños como a conocidos, enemigos o amigos, nos es indiferente su procedencia, raza, sexo o estatus social, sentimos esa adrenalina recorriendo todo nuestro ser cuando conseguimos hacer pasar por la más absolutas de las verdades algo que ha surgido de nuestra imaginación, algo que carece de veracidad. Las mentiras tienen el objetivo de hacernos la vida más fácil, un tanto más placentera y dar un respiro a nuestra conciencia colapsada por tanta sinceridad que nos rodea por todas partes a todas horas.
Mentimos con el aliciente de no ser descubiertos, de fingir unas cualidades o hechos de los que carecemos, pero lo hacemos con una finalidad muy clara, integrarnos en la sociedad. Necesitamos sentirnos parte de un conjunto y si para eso es necesario mentir, se hace; si es necesario ocultar nuestros sentimientos, compartir unas ideas, unos gustos, lo hacemos con tal de sentirnos queridos, con tal de mantenernos en la raya de lo políticamente correcto. Solo nos importan nuestros sentimientos, la felicidad a quedado reducida a un nivel unipersonal donde la persona es lo más importante y donde el conjunto es el vehículo utilizado para conseguir el gran premio, ser feliz.
Es en la pareja donde se pueden observar un mayor número de mentiras por metro cuadrado, bueno diremos que son mentiras piadosas, que se dicen en un momento dado con tal de no herir los sentimientos de la otra persona, porque claro, las parejas se quieren y siempre cuidan el uno del otro. Si una pareja está mal, miente para que el resto no se entere y todo sea idílico a los ojos ingenuos del mundo; si uno es infiel al otro, miente para no herir sus sentimientos; si uno no soporta algo del otro, miente porque le quiere tanto que le perdona todo, y más. Las parejas son ese extraño ente en el cual uno acepta de buen grado todas las connotaciones del otro y hace todo lo posible para intentar cambiarlas a su gusto.
En definitiva, que se puede optar por vivir en la inopia y que te vayan mintiendo mientras uno sea feliz, o también tenemos la posibilidad de estar en la inopia y saber más que el resto, ambas opciones son buenas sólo que una es más jocosa que otra. La felicidad puede estar en no saber las cosas o en saberlas y disimular, mentir sobre ellas, lo único que está claro es que mentir es mejor que el dinero, porque no sólo ayuda a conseguir la felicidad, te puede hacer mantenerla.
La mentira gana, todo lo bueno se acaba. Mentimos tanto a extraños como a conocidos, enemigos o amigos, nos es indiferente su procedencia, raza, sexo o estatus social, sentimos esa adrenalina recorriendo todo nuestro ser cuando conseguimos hacer pasar por la más absolutas de las verdades algo que ha surgido de nuestra imaginación, algo que carece de veracidad. Las mentiras tienen el objetivo de hacernos la vida más fácil, un tanto más placentera y dar un respiro a nuestra conciencia colapsada por tanta sinceridad que nos rodea por todas partes a todas horas.
Mentimos con el aliciente de no ser descubiertos, de fingir unas cualidades o hechos de los que carecemos, pero lo hacemos con una finalidad muy clara, integrarnos en la sociedad. Necesitamos sentirnos parte de un conjunto y si para eso es necesario mentir, se hace; si es necesario ocultar nuestros sentimientos, compartir unas ideas, unos gustos, lo hacemos con tal de sentirnos queridos, con tal de mantenernos en la raya de lo políticamente correcto. Solo nos importan nuestros sentimientos, la felicidad a quedado reducida a un nivel unipersonal donde la persona es lo más importante y donde el conjunto es el vehículo utilizado para conseguir el gran premio, ser feliz.
Es en la pareja donde se pueden observar un mayor número de mentiras por metro cuadrado, bueno diremos que son mentiras piadosas, que se dicen en un momento dado con tal de no herir los sentimientos de la otra persona, porque claro, las parejas se quieren y siempre cuidan el uno del otro. Si una pareja está mal, miente para que el resto no se entere y todo sea idílico a los ojos ingenuos del mundo; si uno es infiel al otro, miente para no herir sus sentimientos; si uno no soporta algo del otro, miente porque le quiere tanto que le perdona todo, y más. Las parejas son ese extraño ente en el cual uno acepta de buen grado todas las connotaciones del otro y hace todo lo posible para intentar cambiarlas a su gusto.
En definitiva, que se puede optar por vivir en la inopia y que te vayan mintiendo mientras uno sea feliz, o también tenemos la posibilidad de estar en la inopia y saber más que el resto, ambas opciones son buenas sólo que una es más jocosa que otra. La felicidad puede estar en no saber las cosas o en saberlas y disimular, mentir sobre ellas, lo único que está claro es que mentir es mejor que el dinero, porque no sólo ayuda a conseguir la felicidad, te puede hacer mantenerla.
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