sábado, 25 de octubre de 2008

Calvicie, viagra e infamia

"Ojos que no ven, corazón que no siente" ¿ Cuantas veces te has repetido esta frase para que te fueses convenciendo de ella a medida que la escuchabas resonar en tú conciencia? Tú querías creer a tú cabeza pero en cambio tú instinto, tú intuición, que debe tener mucho de femenina, te decía que alguna cosa no iba bien, que te estaban engañando, que te estabas engañando. Preferías ser un idiota feliz a ser un amargado inteligente o un inteligente amargado, ahora no se bien la diferencia.

Fuiste un idiota durante mucho tiempo y a ratos fuiste feliz, ya que la felicidad no es eterna ni duradera si no que es momentánea y se consume en pequeñas dosis, como la viagra. Sabías que habías llegado hasta aquella situación por casualidad, porque el destino te había puesto en el lugar adecuado y en el momento adecuado, pero sospechabas que aquella situación no era producto de la verdad que te habían contando, solo existe una razón para odiar tanto a alguien, haberle querido de igual modo antes.

Tú relato de los hechos tampoco fueron exactos, aunque no faltaste a la verdad si omitiste la parte que no querías que se supiese, por ese instante no le puedes reprochar nada a la otra persona, puesto que hizo lo mismo contigo que tu con ella. La verdad parcial es un bien agradable de utilizar pero también efímero en su vida útil, como la viagra. Fundaste una relación basada en verdades parciales por ambos lados y lo irónico es que funcionó de manera extraordinaria.

Te indigna el saber que cuando tú pasaste de una verdad parcial a la verdad completa, la otra parte se quedó impasible ante los acontecimientos y reforzó sus posiciones en su verdad parcial, aunque eran buenos tiempos para la lírica, tú no sabías, confiabas en su palabra, pero ahora dudas si sus actos a partir de ahí eran de buena fe o era la mayor tomadura de pelo de la historia.

Al pasar el tiempo, todo se sabe, los parciales son predecesores del final, y la verdad no iba a ser la excepción que confirmase la regla. Escuchaste la verdad entera, por boca de quien menos esperabas, y tus sospechas cogieron fundamentos y se catapultaron hasta la prueba más evidente de que tú intuición tiene mucho de femenina. Todas las piezas del puzzle encajaban, los pequeños detalles escondian al diablo en todo su ser y tú sentías que te ibas quedando cada vez con menos pelo, cada vez te iba tomando más cantidad.

Te entro el pánico a quedarte calvo, un pánico atroz que crecía con las mismas ganas que tu ira, tu indignación y tu satisfacción por ser tan listo, que no inteligente. No obstante, también llegabas a una conclusión, podías cambiar el refrán, para ti seria mejor "Ojos que no ven, hostia que se pegan" ya que sentias que por no haberlo visto, o haberlo querido ver, no sabias quien y cuanto habían jugado contigo. Ahora todo eso no importa, porque sabes que el pasado ya no se puede cambiar, que es lo único que es eterno, ahora sólo importa el presente, un presente que es efímero, como la ...

miércoles, 1 de octubre de 2008

Continúa en la página siguiente

"Tienes que pasar página, seguir adelante" Cuantas veces nos hemos repetido esta frase a nosotros mismos, o nos la han repetido nuestros amigos, familiares o personas que se interesan por nuestro estado del bienestar, o simplemente estas palabras han retumbado en nuestra conciencia. Y a pesar de todo, hemos seguido sin pasar ni tan siquiera de párrafo. Y es que el ser humano tiene una aversión al riesgo que le hace muy difícil desprenderse, quitarse, irse, huir de una situación en la cual, supuesta mente, tiene toda la seguridad que desea.

En ocasiones no vemos muertos alrededor nuestro sino que lo hacemos cuando nos miramos en el espejo, ese espejo que nos muestra la desesperación en el rostro, en la mirada vacía. En la novela de nuestra vida hay páginas que se nos atragantan, se nos hace difícil su lectura y nos cuesta horrores llegar al final de la misma, nos parece una situación tan amiga, tan fiable, tan segura que nos produce miedo el no saber que vendrá después, en páginas ulteriores.

Hay momentos de nuestra existencia en los que debemos romper con el pasado, ya sea con un trabajo, una novia, una amiga, un amigo, una ciudad...cualquier elemento que nos impida el progreso. Pero no es fácil romper con todo el paso del tiempo, un tiempo en el que hemos sido felices, seguimos teniendo la esperanza de que todo se arreglará, o incluso, llegamos a pensar que esta forma de vida es sana para nuestro organismo, que ya estamos acostumbrados a vivir así.

Por este motivo, rodeados de esas circunstancias tan nefastas, necesitamos la ayuda de alguien, de un amigo que nos quite las castañas del fuego, de ese pepito grillo que nos indique el camino a seguir y nos guíe en la vereda para saber dar los pasos que nos lleven al final del camino, es mas, en ocasiones inclusive necesitamos la aparición de un clavo que nos saque de la rutina del primer clavo. Necesitamos a alguien nuevo que nos haga olvidar el pasado, a alguien conocido que nos reste ese pretérito imperfecto convertido en presente continuo, solo de esta forma lograremos un salto de página.

Una página tan pesada, tan segura de si misma y con tantos recuerdos que pesa sobre nuestros hombros como una losa. Es tal su peso que en solitario no seríamos capaces, mejor dicho, no tendríamos fuerzas para mojarnos el dedo y pasarla, por este motivo necesitamos de la ayuda del resto, para así entre todos, conseguir pasar al siguiente nivel, a la siguiente página, aquella que se encuentra en blanco, sin nada que contar pero con mucho por escribir. Porque nuestra vida no se reduce tan solo a una página en concreto, sino que necesitamos una novela como mínimo.